Los satélites del Experimento de Recuperación Gravitatoria y Clima (GRACE, por sus siglas en inglés) han conseguido medir con precisión desde el espacio el derretimiento de los glaciares de Groenlandia, según los datos revelados este viernes por el Centro de Investigación Alemán de Geociencias (GFZ), justo cuando se celebra el décimo aniversario de estos satélites gemelos.
Este sábado, 17 de marzo de 2012, los dos satélites gemelos GRACE cumplieron diez años en órbita. Los científicos los llaman “Tom y Jerry”, porque se persiguen el uno al otro, trazando, exactamente, la misma órbita alrededor de la tierra.
Desde su lanzamiento, desde el cosmódromo ruso de Plesetsk, los dos satélites han dado la vuelta a la Tierra más de 55.000 veces, en una órbita casi polar entre los 450 y 500 kilómetros de altitud. GRACE es un proyecto conjunto de la agencia espacial de los EE.UU., la NASA, y el Centro Aeroespacial Alemán. El investigador principal de la misión es el profesor Byron Tapley, de la Universidad de Texas; y el co-investigador principal es el doctor Frank Flechtner, del Centro de Investigación Alemán de Geociencias GFZ.
El escudo de hielo de Groenlandia tuvo que hacer frente a una pérdida de 240 gigatoneladas de masa entre 2002 y 2011; lo cual se correspondió con un aumento del nivel del mar de alrededor de 0,7 mm por año, es decir 7 centímetros en el conjunto del periodo. Estos datos se conocen gracias a las mediciones de alta precisión de la misión GRACE, cuyos registros resultaron en una imagen exacta, sin igual hasta la fecha, de la gravedad de la Tierra.
[ Translate to English ] [ Traduir al català ]La ola de frío que azota parte de Europa también mantiene bajo alerta a 51 departamentos de Francia.
Distintos puntos turísticos, como el Coliseo romano, debieron cerrar sus puertas ante las heladas, al no estar en condiciones de recibir gente y evitar accidentes.
En Ucrania, se registraron 122 muertos, y los puestos de socorro ya recibieron a 65 mil personas que necesitan refugio y comida caliente. Este domingo, se estima que las temperaturas estarán por encima de los 21 grados bajo cero.
En Polonia, donde el termómetro llegó a -27° la noche del viernes en el noreste, el frío causó la muerte de otras ocho personas, llevando el total a 45. En su mayor parte, se trataba de personas que carecen de vivienda.
Bosnia también estaba paralizada el sábado por la nieve.
En Rumania se registraron en los últimos días 28 muertos y cientos de escuelas permanecían cerradas, según datos divulgados este sábado.
En Bulgaria, el país más pobre de la Unión Europea (UE), el frío mató a 16 personas.
El balance de la ola de frío en otros países de Europa del Este era el viernes de 36 muertos: 10 en Letonia, nueve en Lituania, siete en Serbia, seis en la República Checa, dos en Grecia, uno en Eslovaquia y uno en Macedonia.
En Rusia, donde las temperaturas se acercaban en Moscú a los -25°C y eran de casi -50°C en Yakutia (Siberia oriental), al menos 64 personas murieron de frío en todo el país desde el 1 de enero, según el balance suministrado el viernes por las autoridades, que no dieron cifras sobre la actual ola de frío.
Sin embargo, las temperaturas glaciales no impidieron que decenas de miles de personas manifestasen en Moscú, unos a favor y otros en contra del primer ministro Vladimir Putin.
En Francia, dos personas murieron de frío. Las temperaturas bajaron a -20° en la ciudad de Reims y Mulhouse (este).
En momentos en que las autoridades francesas instaban a limitar el consumo de electricidad, dada la fuerte demanda provocada por el uso de la calefacción, el gigante ruso del gas Gazprom anunció el sábado que no podrá garantizar los envíos adicionales solicitados por Europa Occidental.
En Italia, Roma continuaba paralizada el sábado de mañana después de las nevadas que afectaron a gran parte de la península.
Alemania continuaba sufriendo por la ola de frío el sábado, con temperaturas inferiores a -10 grados en todas las ciudades del país, e incluso de -16° en Berlín.
En Austria, el termómetro bajó a -28° en las montañas del centro y del Tirol (oeste), y un hombre murió de frío luego de un accidente de tránsito, llevando a cuatro el número de muertos desde que comenzó la ola de frío.
En Gran Bretaña, la mayor parte del país seguía en estado de alerta el sábado, con caídas de nieve previstas en el centro y el este de Inglaterra.
En España se registraban temperaturas de -13°.
La
COP17, celebrada en Durban, ha constatado una vez más la incapacidad de los gobiernos para hacer frente a los problemas que ya está ocasionando el cambio climático. El aplazamiento hasta 2020 de la entrada en vigor de políticas más ambiciosas revela que los líderes políticos no han entendido la urgencia con la que se debe actuar.
La sociedad civil, sin embargo, está poniendo en marcha medidas para luchar contra el cambio climático, consciente de que la “prima de riesgo ambiental” supone una gran amenaza.
Los indicadores de insostenibilidad ambiental crecen en todo el planeta. El accidente de Fukushima en Japón, por ejemplo, ha puesto de manifiesto que el cambio hacia un modelo energético más eficiente, seguro y renovable es urgente. Del accidente de Bristish Petroleum se sacaban conclusiones parecidas. Las señales del cambio climático en marcha sólo empeoran. En definitiva, la “prima de riesgo ambiental” también está creciendo.
El desafío ante el que nos encontramos es cómo afrontar a un tiempo la urgente e importante crisis económico-financiera, la urgente e importante crisis social y la urgente e importante crisis ambiental. Todas estas crisis conviven, se solapan y son interdependientes. Todas ellas deben ser resueltas de forma integrada. Y para que tengamos posibilidades de éxito el compromiso de la sociedad civil es fundamental.
[ Translate to English ] [ Traduir al català ]Con este contundente llamamiento se ha expresado el subdirector de la Organización Meteorológica Mundial en una conferencia de prensa en Durban, al tiempo que presentaba los más recientes datos climáticos. Estos datos han sido compilados en un
documento emitido hoy por este organismo.
Los 13 años más calientes jamás registrados se han producido en los últimos 15. A este grupo pertenece el año 2011, considerado el 10º más caliente, a pesar de coincidir con una fase especialmente intensa de la corriente del Pacífico La Niña (la más fuerte de los últimos 60 años). Este fenómeno periódico provoca siempre una importante disminución de la temperatura en su año de ocurrencia, del orden de 0,10-0,15 ºC con respecto al año anterior y al posterior. En todo caso la temperatura de 2011 es la más elevada de todos los años con ‘La Niña’, y las temperaturas en tierra han sido superiores a los promedios en la mayor parte de los territorios. En particular, en el norte de Rusia han sido superiores en +4 ºC, lo que resulta especialmente preocupante en función de la estabilidad del permafrost. Además, 2011 ha sido el segundo año con un mínimo en la disminución de la superficie de hielo en el Ártico, pero si fue un año récord en términos de disminución del volumen de hielo.
Desde hoy y hasta el próximo nueve de diciembre representantes de los gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad civil de más de 190 países se reúnen en Durban (Sudáfrica) en la 17ª Conferencia de las partes (COP17) para acabar de perfilar la evolución del Protocolo de Kioto. Las expectativas de alcanzar en esta cumbre compromisos vinculantes para la limitación de reducción de emisiones de efecto invernadero son escasas.
“Entendemos que estamos en un período de transición, donde los países emergentes tienen que acabar de avanzar para tener una hoja común en la que todos estemos retratados”, explicó Teresa Ribera, secretaria de Estado de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), la semana pasada en un encuentro con periodistas.
Uno de los grandes temas que se debatirán en esta cumbre es decidir qué ocurrirá con el Protocolo de Kioto y con aquellos países, que como Canadá, Rusia o Japón, mantienen una postura clara de no ratificar un segundo periodo de compromiso.
Por su parte, la Unión Europea afronta esta cumbre con la idea de ratificar este segundo periodo, siempre y cuando los demás países cumplan con su obligación de respaldar un mandato que fije compromisos cuantificados de limitación de emisiones de CO2 antes de 2020. “Dejar este debate para más adelante [2015 o 2020] es inaceptable”, apuntó Ribera.
En referencia a este compromiso, Aida Vila, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace España, aboga por la creación de un mecanismo que verifique el cumplimiento de reducción de emisiones para aquellas partes que se salgan del proceso de Evaluación y Revisión Internacional (IAR, por sus siglas en inglés), procedimiento que también está previsto para los países emergentes.
Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CMNUCC) ha explicado que “ya existe un acuerdo firme de ampliar y profundizar la forma en que los países rinden cuentas unos a otros por sus acciones. Lo que hay que conseguir ahora es un apoyo institucional completo y global para asegurar que los países en desarrollo cuenten con financiación, tecnología y capacidad de construir sus propias economías basadas en energías limpias, y que en el futuro sean capaces de recuperarse rápidamente del cambio climático”.
De la delegación española desplazada a Durban, está confirmada la presencia de Alicia Montalvo, directora de la Oficina Española de Cambio Climático del MARM, a la espera de lo que se decida esta semana en una reunión que celebrarán el actual gobierno en funciones y el Partido Popular, para buscar “un escenario compartido donde todos nos sintamos cómodos”, explicó Ribera.
África, un continente vulnerable
“Debido a la vulnerabilidad de África ante el cambio climático, fracasar en la contención del aumento de temperatura media global a 2 grados sería un resultado inaceptable para el esfuerzo de mitigación global”, explica Edna Molewa, ministra de Medio Ambiente sudafricana.
África es un continente que depende en gran medida de sectores muy sensibles al clima, como la agricultura de secano. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) prevé que el rendimiento de la agricultura de secano se reducirá en un 50% en el 2020. “Esto significará el hambre para muchos”, añade Molewa. Asimismo, en zonas como Kenia, con grandes comunidades de pastores, la reducción de la producción de alimentos estará cada vez más limitada, al igual que el agua para el ganado.
Por otro lado, energías renovables como la hidroeléctrica están infrautilizadas puesto que actualmente se explota menos del 10% del potencial hidroeléctrico. “Un esfuerzo nacional, regional e internacional para liberar este potencial es un ejemplo de cómo las sociedades africanas podrían pasar de ser uno de los continentes más vulnerables a convertirse en uno de los más resistentes al clima”, aseguró la titular de medioambiente sudafricana.
En este sentido, Figueres anuncia la creación en Durban de una nueva iniciativa denominada “impulso para el cambio” que busca presentar ejemplos de colaboración entre el sector público y el privado que beneficia a las poblaciones marginadas en las zonas urbanas, “ayudándoles a acceder a su propia energía limpia o a fortalecer su capacidad de adaptación al cambio climático”.
Sudáfrica es el principal contribuyente a las emisiones de gases de efecto invernadero en el continente –el 38% de las emisiones totales de África. El Libro Blanco de Estrategia Nacional de Cambio Climático (CCR, por sus siglas en inglés) establece el compromiso de reducir las emisiones de CO2 un 34% por debajo de las proyecciones actuales en 2020, un 40% en 2025.